Impacto de la hipertensión en los riñones

La hipertensión arterial (presión arterial alta) es una de las principales causas de enfermedad renal crónica (ERC) en todo el mundo. A menudo llamada el “asesino silencioso” por su falta de síntomas evidentes, la hipertensión puede dañar lentamente los vasos sanguíneos de los riñones, disminuyendo su capacidad para filtrar los desechos y el exceso de líquidos del cuerpo.

La hipertensión arterial (presión arterial alta) es una de las principales causas de enfermedad renal crónica (ERC) en todo el mundo. A menudo llamada el “asesino silencioso” por su falta de síntomas evidentes, la hipertensión puede dañar lentamente los vasos sanguíneos de los riñones, disminuyendo su capacidad para filtrar los desechos y el exceso de líquidos del cuerpo.

¿Cómo afecta la hipertensión a los riñones?

Los riñones reciben una gran cantidad de sangre para filtrar continuamente toxinas y mantener el equilibrio de líquidos y electrolitos. Cuando la presión arterial está constantemente elevada:

  • Se daña el endotelio (revestimiento interno) de los vasos sanguíneos, incluyendo los capilares renales.
  • Los glomérulos (unidades de filtrado en los riñones) se endurecen o engrosan, perdiendo eficacia.
  • Se reduce el flujo sanguíneo renal, afectando la oxigenación y nutrición del tejido renal.
  • Con el tiempo, esta situación puede llevar a nefroesclerosis hipertensiva, una forma de daño renal progresivo e irreversible.

Círculo vicioso: hipertensión y enfermedad renal

La relación entre hipertensión y enfermedad renal es bidireccional:

  • La hipertensión puede causar enfermedad renal.
  • Y la enfermedad renal puede empeorar la hipertensión, ya que los riñones dañados retienen más sodio y agua, aumentando el volumen circulante y la presión arterial.

Por eso, detectar y tratar a tiempo la hipertensión es clave para prevenir la progresión de la ERC.


Consejos para controlar la presión arterial y proteger los riñones

Monitoreo regular: Controlar la presión arterial en casa o en centros de salud. Lo ideal es mantenerla por debajo de 130/80 mmHg en pacientes con riesgo renal.

Reducción del sodio: Disminuir la sal en la dieta (idealmente menos de 2 g de sodio al día). Evitar alimentos ultraprocesados, embutidos, snacks salados, etc.

Actividad física regular: Realizar al menos 30 minutos de ejercicio moderado (caminar, nadar, bicicleta) la mayoría de los días de la semana.

Evitar el tabaco y el alcohol en exceso: Fumar daña los vasos sanguíneos y beber en exceso puede aumentar la presión arterial.

Control del peso y del estrés: El sobrepeso, la obesidad y el estrés crónico son factores que aumentan la presión.

Tomar la medicación como corresponde: Seguir el tratamiento antihipertensivo recetado y no suspenderlo por cuenta propia.

Alimentación saludable: Adoptar una dieta rica en frutas, verduras, granos integrales, legumbres y baja en grasas saturadas (como el plan DASH).

Compartí este articulo:

Contactanos

Estamos para cuidarte

Por favor, activa JavaScript en tu navegador para completar este formulario.
Nombre